lunes, 14 de noviembre de 2016

V. I. LENIN: LA REVOLUCION PROLETARIA Y EL RENEGADO KAUTSKY (4ª parte)



QUE NO OSEN LOS SOVIETS CONVERTIRSE
EN ORGANIZACIONES ESTATALES

Los Soviets son la forma rusa de la dictadura del proletariado. Si el teórico marxista que escribe un trabajo sobre la dictadura del proletariado hubiera estudiado de veras este fenómeno (en lugar de repetir las lamentaciones pequeñoburguesas contra la dictadura, como hace Kautsky, cantando las melodías mencheviques), habría comenzado por dar una definición general de la dictadura, y después habría examinado su forma particular, nacional, los Soviets, criticándolos como una de las formas de la dictadura del proletariado.

Claro que nada serio puede esperarse de Kautsky después de su "interpretación" liberal de la doctrina de Marx sobre la dictadura. Pero es curioso en el más alto grado ver cómo aborda el problema de los Soviets y cómo lo resuelve.

Los Soviets, escribe, recordando su aparición en 1905, crearon "una forma de organización proletaria que era la más universal (umfassendste ) de todas, porque comprendía a todos los obreros asalariados" (pág. 31). En 1905 los Soviets

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no eran más que corporaciones locales; en 1917, se han convertido en una organización que se extiende a toda Rusia.

"Ya ahora -- prosigue Kautsky -- tiene la organización soviética una historia grande y gloriosa. La que le está reservada es aún más grande, y no sólo en Rusia. En todas partes se observa que, contra las gigantescas fuerzas de que dispone el capital financiero en sentido económico y político, son insuficientes" (versagen : esta palabra alemana dice algo más que "insuficientes" y algo menos que "impotentes") "los antiguos métodos del proletariado en su lucha politica y económica. No puede prescindirse de ellos; siguen siendo indispensables para tiempos normales, pero de cuando en cuando se les plantean problemas para cuya solución son impotentes, problemas en que el éxito se cifra tan sólo en la unión de todos los instrumentos de fuerza políticos y económicos de la clase obrera" (32).

Sigue una disquisición en torno a la huelga de masas, después de lo cual afirma que "la burocracia de los sindicatos", tan necesaria como los sindicatos mismos, "no es apta para dirigir las gigantescas batallas de las masas que son cada vez más características de nuestros tiempos". . .

. . ."Así, pues -- concluye Kautsky --, la organización soviética es uno de los fenómenos más importantes de nuestra época. Promete adquirir una importancia decisiva en los grandes combates decisivos que se avecinan entre el capital y el trabajo.
Pero ¿podemos exigir más a los Soviets? Los bolcheviques, que después de la revolución de noviembre (según el nuevo calendario, es decir, de octubre, según nuestro calendario) de 1917, juntamente con los socialistas revolucionarios de izquierda, conquistaron la mayoría en los Soviets de Diputados Obreros rusos, después de la disolución de la Asamblea Constituyente han convertido el Soviet, que hasta entonces había sido organización de combate de una clase en una organización estatal. Han suprimido la democracia, que el pueblo ruso había conquistado en la revolución de marzo (según el nuevo calendario, de febrero, según nuestro calendario). Consecuentemente, los bolcheviques han dejado de llamarse socialdemócratas. Se llaman comunistas" (pág. 33; la cursiva es de Kautsky).

Quien conozca la literatura menchevique rusa habrá observado en seguida que Kautsky copia servilmente a Mártov,

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Axelrod, Stein y compañía. "Servilmente" es la palabra, porque ha desnaturalizado los hechos hasta un punto grotesco en provecho de los prejuicios mencheviques. Por ejemplo, no se ha tomado la molestia de preguntar a sus informadores, al Stein de Berlín o al Axelrod de Estocolmo, acerca del momento en que se planteó el cambio de nombre de los bolcheviques en comunistas y lo relativo al papel de los Soviets como organizaciones estatales. Sencillamente con haber solicitado estos datos, no habría escrito Kautsky unas líneas que mueven a risa, porque ambos asuntos los plantearon los bolcheviques en abril de 1917, por ejemplo, en mis "tesis" del 4 de abril de 1917, es decir, mucho tiempo antes de la Revolución de Octubre de 1917 (por no hablar ya de la disolución de la Constituyente el 5 de enero de 1918).

Pero el razonamiento de Kautsky, que he reproducido por entero, es el quid de todo el problema de los Soviets. El quid está en saber si los Soviets deben tender a convertirse en organizaciones de Estado (los bolcheviques lanzaron en abril de 1917 la consigna de "¡Todo el Poder a los Soviets!" y en la Conferencia del Partido Bolchevique del mismo mes de abril de 1917 declararon que no les satisfacía una república parlamentaria burguesa, sino que reivindicaban una república de obreros y campesinos del tipo de la Comuna o del tipo de los Soviets); o bien los Soviets no han de seguir esa tendencia, no han de tomar el Poder, no han de convertirse en organizaciones de Estado, sino que deben seguir siendo "organizaciones de combate" de una "clase" (según dijo Mártov, adecentando con estos inocentes deseos el hecho de que, bajo la dirección menchevique, los Soviets eran un instrumento de subordinación de los obreros a la burguesía ).

Kautsky repite servilmente las palabras de Mártov, tomando fragmentos de la controversia teórica de los bolche-

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viques con los mencheviques y proyectando estos fragmentos, sin crítica ni razón, sobre el terreno teórico general, sobre el terreno europeo. El resultado es un embrollo capaz de provocar una risa homérica en todo obrero ruso consciente que llegase a conocer el citado razonamiento de Kautsky.

Con la misma risa acogerán a Kautsky todos los obreros europeos (a excepción de un puñado de empedernidos socialimperialistas) cuando les expliquemos de qué se trata.

Llevando al absurdo, con extraordinaria evidencia, el error de Mártov, Kautsky le ha prestado el servicio del oso de la fábula. En efecto, veamos lo que le resulta a Kautsky.

Los Soviets comprenden a todos los obreros asalariados. Contra el capital financiero son insuficientes los antiguos métodos del proletariado en su lucha política y económica. Los Soviets están llamados a cumplir un papel importantísimo y no sólo en Rusia. Cumplirán un papel decisivo en las grandes batallas decisivas entre el capital y el trabajo en Europa. Esto es lo que dice Kautsky.

Muy bien. ¿No deciden "las batallas decisivas entre el capital y el trabajo" cuál de esas dos clases se adueñará del Poder del Estado?

Nada de eso. Guárdenos Dios.

En las batallas "decisivas", los Soviets, que comprenden a todos los obreros asalariados, ¡no deben convertirse en una organización de Estado!

Pero ¿qué es el Estado?

El Estado no es sino una máquina para la opresión de una clase por otra.

Por tanto, la clase oprimida, la vanguardia de todos los trabajadores y de todos los explotados en la sociedad actual, debe lanzarse a "las batallas decisivas entre el capital y el trabajo", ¡pero no debe tocar la máquina de la que se sirve

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el capital para oprimir al trabajo! ¡No debe romper esa máquina! ¡No debe emplear su organización universal para reprimir a los explotadores !

¡Magnífico, admirable, señor Kautsky! "Nosotros" reconocemos la lucha de clases, como la reconocen todos los liberales, o sea, sin derribar a la burguesía. . .

Aquí es donde se hace patente la total ruptura de Kautsky, tanto con el marxismo como con el socialismo. Esto es, de hecho, pasarse al lado de la burguesía, que se halla dispuesta a admitir todo lo que se quiera, menos la transformación de las organizaciones de la clase que ella oprime en organizaciones de Estado. No hay ya medio de que Kautsky salve su posición, que todo lo concilia y que no tiene más que frases para salvar todas las profundas contradicciones.

Sea que Kautsky renuncia en absoluto a que el Poder del Estado pase a manos de la clase obrera, sea que admite que la clase obrera se adueñe de la vieja máquina estatal, de la máquina burguesa, pero de ningún modo consiente que la rompa y la destruya, sustituyéndola por una nueva, por la máquina proletaria. Que se "interprete" o se "explique" de uno u otro modo el razonamiento de Kautsky, en ambos casos resulta evidente su ruptura con el marxismo y su paso al lado de la burguesía.

Ya en el Manifiesto Comunista, al hablar del Estado que necesita la clase obrera triunfante, escribía Marx: "El Estado, es decir, el proletariado organizado como clase dominante"[16]. Y ahora un hombre que pretende seguir siendo marxista, declara que el proletariado totalmente organizado y que sos tiene "una lucha decisiva" contra el capital, no debe hacer de su organización de clase una organización de Estado. La "fe supersticiosa en el Estado", que según escribía Engels en 1891 "en Alemania se ha trasplantado a la consciencia

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general de la burguesía e incíuso a la de muchos obreros"[17], es lo que en este caso ha puesto de manifiesto Kautsky. Luchad, obreros, "autoriza" nuestro filisteo (también lo "autoriza" el burgués porque de todos modos los obreros luchan, y lo único que hace falta es buscar el modo de embotar el filo de su espada). ¡Luchad, pero no tratéis de vencer! ¡No destruyáis la máquina del Estado burgués, no sustituyáis la "organización estatal" burguesa por la "organi zación estatal" proletaria!

Una persona que compartiera en serio la idea de Marx de que el Estado no es más que una máquina para el aplastamiento de una clase por otra, que se hubiera parado a meditar sobre esta verdad, no habría podido llegar nunca al absurdo de decir que las organizaciones proletarias, capaces de vencer al capital financiero, no deben transformarse en organizaciones de Estado. Eso es lo que revela al pequeñoburgués, para el que el Estado es, "a pesar de todo", una entidad al margen de las clases, o situada por encima de las clases. En efecto, ¿por qué puede el proletariado, "una sola clase ", hacer una guerra decisiva al capital, que no sólo domina sobre el proletariado, sino sobre el pueblo entero, sobre toda la pequeña burguesía, sobre todos los campesinos, y no puede, siendo "una sola clase ", transformar su organización en organización de Estado? Porque el pequeñoburgués teme la lucha de clases y no la lleva a término, a lo más importante.

Kautsky se ha metido en un embrollo completo y deja traslucir su verdadera fisonomía. Fijaos: él mismo ha reconocido que Europa se acerca a batallas decisivas entre el capital y el trabajo y que los antiguos métodos del proletariado en la lucha política y económica son insuficientes. Pero estos métodos consistían precisamente en utilizar la democracia burguesa. ¿Por tanto? . . .

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Kautsky ha tenido miedo de terminar el razonamiento y ver lo que de ello se deduce.

. . . Por tanto, sólo un reaccionario, enemigo de la clase obrera, lacayo de la burguesía, puede dedicarse ahora a pintar los encantos de la democracia burguesa y a cotorrear acerca de la democracia pura, vuelto hacia un pasado ya caduco. La democracia burguesa fue progresiva en comparación con la Edad Media, y había que utilizarla. Pero ahora es insuficiente para la clase obrera. Ahora hay que mirar no hacia atrás, sino hacia adelante, hay que ir a la sustitución de la democracia burguesa por la proletaria. Ha sido posible (y necesario) realizar en el marco del Estado democrático burgués el trabajo preparatorio de la revolución proletaria, la instrucción y formación del ejército proletario, pero encerrar al proletariado dentro de ese marco cuando se ha llegado a las "batallas decisivas", es traicionar la causa proletaria, ser un renegado.

Kautsky ha caído en una situación particularmente ridícula, porque repite el argumento de Mártov ¡sin ver que Mártov apoya este argumento en otro que Kautsky no emplea! Mártov dice (y Kautsky lo repite) que Rusia no está todavía madura para el socialismo, de lo cual se deduce naturalmente que es aún temprano para convertir los Soviets, de órganos de lucha, en organizaciones de Estado (léase: lo oportuno es transformar los Soviets, con ayuda de los jefes mencheviques, en órganos de subordinación de los obreros a la burguesía imperialista). Ahora bien, Kautsky no puede decir abiertamente que Europa no está madura para el socialismo. En 1909, cuando aún no era un renegado, escribió que no había que tener miedo de una revolución prematura, que sería traidor quien renunciara a la revolución por miedo a la derrota. Kautsky no se atreve a retractarse francamente. Y resulta

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un absurdo que descubre por entero toda la necedad y la cobardía del pequeñoburgués: por una parte, Europa está madura para el socialismo y va a las batallas decisivas entre el trabajo y el capital; pero, por otra parte, la organización de combate (es decir, la organización que se está formando, desarrollando y afianzando en la lucha), la organización del proletariado, vanguardia, organizador y jefe de los oprimidos, ¡no se debe convertir en organización de Estado!

* * *

Desde el punto de vista práctico de la política, la idea de que los Soviets son necesarios como organización de combate, pero no deben convertirse en organizaciones de Estado, es todavía infinitamente más absurda que desde el punto de vista teórico. Incluso en tiempos de paz, sin situación revolucionaria, la lucha entre las masas obreras y los capitalistas, por ejemplo, la huelga de masas, origina en ambas partes formidable irritación, extremo ardor en el combate, constantes manifestaciones de la burguesía en el sentido de que ella es y quiere seguir siendo "el ama de su casa", etc. Y en tiempos de revolución, cuando la vida política está en efervescencia, una organización como los Soviets, que comprende a todos los obreros de todas las ramas de industria, y también a todos los soldados y a todos los campesinos pobres y trabajadores, es una organización que por sí misma, por la marcha del combate, por la simple "lógica" de la ofensiva y de la defensiva, llega necesariamente a plantear el problema en forma tajante. Querer tomar una posición neutra, "conciliar" al proletariado con la burguesía, es una necedad condenada a un fracaso lastimoso: esto fue lo que sucedió en Rusia con las prédicas de Mártov y otros mencheviques;

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esto es lo que inevitablemente sucederá en Alemania y en otros países si los Soviets se desarrollan bastante ampliamente, si llegan a unirse y a afianzarse. Decir a los Soviets que luchen, pero que no tomen todo el Poder del Estado en sus manos, que no se transformen en organizaciones de Estado, equivale a predicar la colaboración de clases y la "paz social" entre el proletariado y la burguesía. Es ridículo pensar siquiera que, en una lucha encarnizada, semejante posición pueda conducir a algo que no sea una vergonzosa derrota. El eterno destino de Kautsky es nadar entre dos aguas. Hace como si en teoría no estuviera de acuerdo en nada con los oportunistas, pero de hecho está de acuerdo con ellos, en todo lo esencial (o sea, en todo lo que concierne a la revolución), en la práctica.


LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE
Y LA REPUBLICA SOVIETICA

El problema de la Asamblea Constituyente y de su disolución por los bolcheviques es la clave de todo el folleto de Kautsky. A él vuelve constantemente. Toda la obra del jefe ideológico de la II Internacional rebosa alusiones a que los bolcheviques "han suprimido la democracia" (véase más arriba una de las citas de Kautsky). El problema, en efecto, tiene interés e importancia, porque la relación entre democracia burguesa y democracia proletaria se plantea en él prácticamente ante la revolución. Veamos cómo lo analiza nuestro "teórico marxista".

Kautsky cita mis Tesis acerca de la Asamblea Constituyente, publicadas en Pravda del 26 de diciembre de 1917. Parece que no podía esperarse mejor prueba de seriedad por

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su parte, ya que aborda la cuestión con documentos en las manos. Pero veamos c ó m o cita Kautsky. No dice que las tesis eran 19, ni que en ellas se hablaba, tanto de la relación entre una república burguesa ordinaria con Asamblea Constituyente y la República de los Soviets, como de la historia de la divergencia entre la Asamblea Constituyente y la dictadura del proletariado en nuestra revolución. Kautsky prescinde de todo esto y dice simplemente al lector que (entre estas tesis) "dos tienen particular importancia": una, que los eseristas se fraccionaron después de las elecciones a la Asamblea Constituyente, pero antes de reunirse ésta (no dice que esa tesis es la quinta); otra, que la República de los Soviets es en general una forma democrática superior a la Asamblea Constituyente (no dice que esa tesis es la tercera).

Y sólo de esa tercera tesis cita Kautsky por entero un fragmento, la afirmación siguiente:

"La República de los Soviets no es sólo una forma de tipo más elevado de instituciones democráticas (comparándola con la república burguesa ordinaria coronada por una Asamblea Constituyente), sino la única forma capaz de asegurar el tránsito menos doloroso* al socialismo" (Kautsky omite la palabra "ordinaria", y las palabras de introducción de la tesis: "Para la transición del régimen burgués al socialista, para la dictadura del proletariado"). * Por cierto que Kautsky cita repetidas veces la expresión del tránsito "menos doloroso", por lo visto con pretensiones de ironía. Pero como recurre a malas artes, algunas páginas más adelante, con mala fe, cita falseando: ¡paso "sin dolor"! Claro que con semejante sistema es fácil atribuir al adversario una insensatez. Esta falsificación permite, además desentenderse del fondo del argumento: el transito menos doloroso al socialismo sólo es posible con la organización total de los pobres (los Soviets) y con la ayuda del Poder estatal central (el proletariado) a tal organización.

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Después de esta cita, Kautsky exclama con magnífica ironía:

"Es de lamentar únicamente que llegasen a esa conclusión al encontrarse en minoría en la Asamblea Constituyente. Nadie había pedido antes la Asamblea Constituyente con mayor empeño que Lenin".

¡Asi, lo dice textualmente en la página 31 de su libro!

¡Una verdadera perla! ¡¡Sólo un sicofante al servicio de la burguesía puede falsear tanto los hechos, para dar al lector la impresión de que los discursos de los bolcheviques sobre un tipo superior de Estado son una invención, a la que sólo han recurrido después de haberse visto en minoria en la Asamblea Constituyente!! Una mentira tan vil sólo pudo decirla un canalla vendido a la burguesia, o, lo que es absolutamente igual, que se ha fiado de P. Axelrod y encubre a sus informadores.

Porque todo el mundo sabe que el mismo dia de mi llegada a Rusia, el 4 de abril de 1917, leí públicamente las tesis en que proclamaba la superioridad de un Estado del tipo de la Comuna sobre la república parlamentaria burguesa. Después lo he vuelto a manifestar repetidamente en la prensa, por ejemplo, en un folleto sobre los partidos políticos que se tradujo al inglés[18] y fue publicado en Norteamérica en enero de 1918, en el Evening Post [19] de Nueva York. Es más, la Conferencia del Partido Bolchevique, celebrada a fines de abril de 1917, adoptó una resolución diciendo que la república de proletarios y campesinos es superior a la república parlamentaria burguesa, que nuestro Partido no se conformaba con esta última y que el programa del Partido debia modificarse en este sentido.

¿Cómo calificar después de esto la ocurrencia de Kautsky, que afirma a los lectores alemanes que yo exigia con el mayor

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empeño la convocatoria de la Asamblea Constituyente y que sólo al quedar los bolcheviques en minoría dentro de ella empecé a "mancillar" el honor y la dignidad de esa Asamblea? ¿Cómo puede justificarse esta ocurrencia?[*] ¿No estaba Kautsky al corriente de los hechos? ¿Para qué, pues, se ha puesto a escribir sobre ellos? ¿Por qué no ha declarado lealmente: Yo, Kautsky, escribo apoyándome en datos de los mencheviques Stein, P. Axelrod y compañía? Con su pretensión de objetividad, quiere disimular su papel de criado de los mencheviques, a quienes la derrota ha puesto furiosos.

Pero esto no es más que el principio. Lo bueno viene después.

Admitamos que Kautsky no haya querido o no haya podido (¿?) recibir de sus informantes una traducción de las resoluciones de los bolcheviques y de sus declaraciones acerca de si les satisface la república democrática parlamentaria burguesa. Admitámoslo, aunque es inverosímil. Pero mis tesis del 26 de diciembre de 1917 las menciona abiertamente Kautsky en la pág. 30 de su libro.

¿Conoce Kautsky el texto completo de estas tesis, o conoce sólo lo que le han traducido los Stein, Axelrod y compañía? Kautsky cita la tercera tesis sobre la cuestión fundamental de si antes de las elecciones a la Asamblea Constituyente los bolcheviques comprendían y decían al pueblo que la República de los Soviets es superior a la república burguesa. P e r o K a u t s k y n o h a b l a d e l a s e g u n d a t e s i s.

Esta segunda tesis dice: * A propósito: ¡hay muchos de estos embustes mencheviques en el folleto de Kautsky! Es un libelo de un menchevique enfurecido.

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"La socialdemocracia revolucionaria, que reclamaba la convocatoria de la Asamblea Constituyente, desde los primeros días de la revolución de 1917 subrayó en repetidas ocasiones que la República de los Soviets es una forma de democracia superior a la república burguesa ordinaria con su Asamblea Constituyente ". (La cursiva es mía.)

Para presentar a los bolcheviques como gente sin principios, como "oportunistas revolucionarios" (esta expresión se encuentra, no recuerdo con qué motivo, en un pasaje del libro de Kautsky), ¡el señor Kautsky ha ocultado a los lectores alemanes que las tesis hacen mención de "r e p e t i d a s " declaraciones!

Tales son los pobres, míseros y despreciables procedimientos a que recurre el señor Kautsky. De este modo se desentiende de la cuestión teórica.

¿Es o no verdad que la república parlamentaria democrático-burguesa es inferior a una república del tipo de la Comuna o de los Soviets? Este es el nudo de la cuestión pero Kautsky lo elude. Kautsky "ha olvidado" todo lo que Marx dice en su análisis de la Comuna de París. También "ha olvidado" la carta de Engels a Bebel del 28 de marzo de 1875, que expresa en forma bien evidente y comprensible la misma idea de Marx: "La Comuna no era ya un Estado en el sentido propio de la palabra".

Y ahí tenéis al teórico más eminente de la II Internacional que, en un folleto especial sobre La dictadura del proletariado, al tratar en particular de Rusia, donde se ha planteado muchas veces y sin ambages el problema de una forma de Estado superior a la república democrático-burguesa, pasa por alto esta cuestión. ¿En qué se diferencia esto, de hecho, del paso al lado de la burguesía?

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(Observemos entre paréntesis que también en esto se arrastra Kautsky a la cola de los mencheviques rusos. Entre ellos sobran gentes que se saben "todas las citas" de Marx y Engels; pero ni un solo menchevique, de abril a octubre de 1917 y de octubre de 1917 a octubre de 1918, ha tratado una sola vez de analizar el problema de un Estado del tipo de la Comuna. Plejánov lo ha eludido también. Por lo visto, han tenido que callarse.)

Claro que hablar de la disolución de la Asamblea Constituyente con gentes que se llaman socialistas y marxistas, pero que en realidad, en lo esencial, en el problema de un Estado del tipo de la Comuna, se pasan a la burguesía, sería echar margaritas a puercos. Bastará imprimir como anexo de este folleto mis tesis completas sobre la Asamblea Constituyente. Por ellas verá el lector que la cuestión se planteó el 26 de diciembre de 1917 desde el punto de vista teórico, histórico y en el terreno práctico de la política.

Aunque Kautsky, como teórico, ha renegado por completo del marxismo, hubiera podido analizar como historiador la lucha de los Soviets contra ]a Asamblea Constituyente. Muchos de sus trabajos nos dicen que Kautsky sabía ser historiador marxista, y esos trabajos quedarán como patrimonio perdurable del proletariado, a pesar de haberles seguido la apostasía de su autor. Pero en este punto Kautsky, también como historiador, se vuelve de espaldas a la verdad, cierra los ojos ante hechos universalmente notorios, se conduce como un sicofante. Quiere presentar a los bolcheviques como gentes sin principios y relata cómo intentaron atenuar su conflicto con la Constituyente antes de disolverla. No hay absolutamente nada malo en ello, de nada tenemos que desdecirnos. Las tesis las publico por entero, y en ellas digo con la claridad del día: Señores pequeñoburgueses vacilantes

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que os habéis atrincherado en la Asamblea Constituyente: aceptad la dictadura del proletariado o triunfaremos sobre vosotros "por vía revolucionaria" (tesis 18 y 19).

Así es como ha procedido y procederá siempre el proletariado verdaderamente revolucionario con respecto a la pequeña burguesía vacilante.

Kautsky adopta en la cuestión de la Asamblea Constituyente una posición formalista. En mis tesis he dicho clara y repetidamente que los intereses de la revolución están por encima de los derechos formales de la Asamblea Constituyente (véase las tesis 16 y 17). El punto de vista democrático formal es precisamente el del demócrata burgués, que no admite la supremacía de los intereses del proletariado y de la lucha proletaria de clase. Kautsky, como historiador, no hubiera podido menos de reconocer que los parlamentos bur gueses son órganos de una u otra clase. Pero ahora (para su inmunda labor de repudiar la revolución), Kautsky ha tenido que olvidar el marxismo, y no se pregunta de qué clase era órgano la Asamblea Constituyente en Rusia. No analiza las circunstancias concretas, no quiere ver los hechos, nada dice a los lectores alemanes de que mis tesis exponen, no sólo un estudio teórico de la insuficiencia de la democracia burguesa (tesis I-3), no sólo las condiciones concretas, en virtud de las cuales las listas de los partidos, compuestas a mediados de octubre de 1917, no respondían a la realidad en diciembre de 1917 (tesis 4-6), sino también la historia de la lucha de clases y de la guerra civil de octubre a diciembre de 1917 (tesis 7-15). De esta historia concreta dedujimos (tesis 14) que la consigna de "Todo el Poder a la Asamblea Constituyente" se había convertido de hecho en la consigna de los demócratas constitucionalistas, kaledinistas y sus cómplices.

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El historiador Kautsky no lo ve. El historiador Kautsky no ha oído decir jamás que el sufragio universal da lugar a veces a parlamentos pequeñoburgueses y a veces a parlamentos reaccionarios y contrarrevolucionarios. Kautsky, historiador marxista, no ha oído decir que una cosa es la forma de las elecciones, la forma de la democracia, y otra el contenido de clase de una institución determinada. Este problema del contenido de clase de la Asamblea Constituyente está claramente planteado y resuelto en mis Tesis. Puede ser que mi solución no sea justa. Nada nos agradaría tanto como una crítica marxista de nuestro análisis. En lugar de escribir frases absolutamente necias (hay muchas en Kautsky) acerca de que hay quien impide criticar el bolchevismo, Kautsky hubiera debido realizar esta crítica. Pero el asunto es que la crítica brilla en él por su ausencia. Ni siquiera plantea el problema de un análisis de los Soviets por una parte y de la Constituyente por otra desde el punto de vista de clase. Y por ello es imposible discutir con Kautsky, y sólo cabe demostrar a los lectores por qué no puede dársele otro nombre que el de renegado.

La divergencia entre los Soviets y la Asamblea Constituyente tiene su historia, que no podría dejar de lado el historiador, aun cuando no se colocara en el punto de vista de la lucha de clases. Tampoco ha querido Kautsky tocar esta historia de los hechos. Ha ocultado a los lectores alemanes el hecho universalmente notorio (que ahora sólo ocultan los mencheviques empedernidos) de que los Soviets, también bajo la dominación menchevique, es decir, desde fines de febrero hasta octubre de 1917, divergían con las instituciones "generales del Estado" (es decir, burguesas). En el fondo, Kautsky adopta una actitud de conciliación, de conformismo, de colaboración entre el proletariado y la burguesía;

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por mucho que Kautsky lo niegue, este punto de vista es un hecho que confirma todo su folleto. No había que disolver la Asamblea Constituyente, es decir, no había que llevar hasta el final la lucha contra la burguesía, no había que derribarla; el proletariado hubiera debido conciliarse con la burguesía.

¿Por qué no dice Kautsky que los mencheviques se dedicaron a esta labor poco honrosa de febrero a octubre de 1917 y no consiguieron nada? Si era posible conciliar a la burguesía con el proletariado, ¿por qué no se consiguió la conciliación bajo el dominio menchevique, por qué se mantenía la burguesía apartada de los Soviets y se decía (lo decían los mencheviques ) que los Soviets eran la "democracia revolucionaria" y la burguesía los "elementos censatarios"?

Kautsky oculta a los lectores alemanes que los mencheviques, en la "época" de su dominio (febrero a octubre de 1917), calificaban a los Soviets de democracia revolucionaria, reconociendo así su superioridad sobre todas las demás instituciones. Sólo a esta omisión voluntaria se debe que, tal como lo presenta el historiador Kautsky, la divergencia entre los Soviets y la burguesía sea algo sin historia, que se ha producido de la noche a la mañana, inopinadamente, sin motivos, a causa de la mala conducta de los bolcheviques. En realidad, más de medio año (lapso de tiempo inmenso para una revolución) de experiencia de conformismo menchevique, de tentativas de conciliar al proletariado con la burguesía, es lo que convenció al pueblo de la inutilidad de estas tentativas, lo que apartó al proletariado de los mencheviques.

Los Soviets son una magnífica organización de combate del proletariado, con un gran porvenir, reconoce Kautsky. Pero si es así, toda la posición de Kautsky se desmorona como un castillo de naipes o como la ilusión pequeñoburguesa de que se puede evitar la encarnizada lucha entre el proletaria-

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do y la burguesía. Porque la revolución toda, no es más que una lucha continua, y además desesperada, y el proletariado es la clase de vanguardia de todos los oprimidos, el foco y el centro de todas las aspiraciones de todos los oprimidos a su emancipación. Los Soviets -- órgano de lucha de las masas oprimidas -- reflejaban y traducían, como es natural, el sentir y los cambios de opinión de esas masas incomparablemente más de prisa, más completa y fielmente que hubiera podido hacerlo cualquiera otra institución (ésta es, por cierto, una de las razones de que la democracia soviética sea un tipo superior de democracia).

Del 28 de febrero (calendario antiguo) al 25 de octubre de 1917, los Soviets consiguieron convocar dos Congresos de toda Rusia con representantes de la inmensa mayoría de la población del país, de todos los obreros y soldados y de siete u ocho décimas partes de los campesinos, sin contar un sin-número de congresos locales, de distrito, urbanos, provinciales y regionales. Durante este período, la burguesía no pudo reunir ni una sola institución que representara una mayoría (excepción hecha de la "Conferencia Democrática", manifiestamente falsificada, que era una mofa y que suscitó la cólera del proletariado). La Asamblea Constituyente reflejó el mismo sentir de las masas, el mismo agrupamiento político que en el primer Congreso de los Soviets de toda Rusia (Congreso de junio). En el momento de reunirse la Asamblea Constituyente (enero de 1918) se habían celebrado el segundo Congreso de los Soviets (octubre de 1917) y el tercero (enero de 1918); los dos demostraron bien claramente que las masas se habían radicalizado, que eran más revolucionarias, que habían vuelto la espalda a mencheviques y eseristas, que habían pasado al lado de los bolcheviques, es decir, que repudiaban la dirección pequeñoburguesa, la ilusión de un acuerdo

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con la burguesía, y optaban por la lucha revolucionaria del proletariado para derribar a la burguesía.

Por consiguiente, la sola historia externa de los Soviets demuestra ya lo inevitable de la disolución de la Asamblea Constituyente y el carácter reaccionario de ésta. Pero Kautsky se aferra a su "consigna": ¡perezca la revolución, triunfe la burguesía sobre el proletariado, pero florezca la "democracia pura"! ¡Fiat justitia, pereat mundus! [*]

He aquí un breve resumen de los congresos de los Soviets de toda Rusia en la historia de la revolución rusa:



Congresos de los Soviets
de toda Rusia
Total de
delegados
Número de
bolcheviques
% de bol-
cheviques
Primero (3. VI. 1917) .   .   .
Segundo (25. X. 1917) .   .   .
Tercero (10. I. 1918)  .   .   .
Cuarto (14. III. 1918) .   .   .
Quinto (4. VII. 1918)   .   .   .
790 
675 
710 
1,232 
1,164 
103
343
434
795
773
13%
51%
61%
64%
66%


Basta lanzar una ojeada a estas cifras para comprender que no despierten en nosotros más que la risa los argumentos en favor de la Asamblea Constituyente o los discursos de quienes (como Kautsky) dicen que los bolcheviques no representan la mayoría de la población.

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